miércoles, 5 de mayo de 2010

DECIMOTERCER DÍA.

Óscar Domínguez.
Continuación. Los dos que se cruzan. XIV.

Primer mensaje.

Tomas el perfume de la tierra rociada por la lluvia
Te vistes con las hojas secas del parque
Y las más bellas flores de "Chez Baumann"
Y te tocas con el pájaro
Haces tus collares de llaves oxidadas
De guijarros pulidos por el mar durante mil años
Y avanzas como Josefina por el bulevar
Tú, paloma blanca en la ciudad
Saltamontes en la montaña
Agua fresca en mi pensamiento
Tú, que sabes hablarme tan bien del aire
Jugando conmigo a juegos de palabras abiertas
Donde tu humor aferra la aventura empleando la palabra exacta
En la cita de los leones de mayor talla
Tú que pelas las naranjas como nadie en el mundo
Tan abierta a la gran caricia
Friolera sobre la alta veranda
Rodeada por las damas blancas que amas
Y que te dan miedo
Porque no te gusta torcer la ropa, lástima
Tú la asombrada del átomo
Dándome explicaciones físicas
Sobre la playa negra a la que iremos un día
Portadora de microscopios en venta
Para ir a los Pirineos
Amo
Lo sabes tan bien como yo.

Segundo mensaje.

El agua del mar se había transformado en petróleo y
un niño jugaba con cajas de cerillas en la playa.

1 comentario:

Francis dijo...

Nya, que gran lástima que la historia quedase parada en el decimotercer día. Hace muchísimos años que leí el libro pero recuerdo que el final era realmente apoteósico, el mundo viviendo un apocalipsis surrealista por culpa de un último experimento de Mister Robson que sale mal. El mundo convertido en un cuadro surrealista por el que pasear donde absolutamente todo el posible salvo lo que tiene sentido.

Me hacía mucha ilusión releer ese pasaje de la historia y me temo que este es el único rincón de internet donde pueden leerse fragmentos del libro, no digamos ya el final.

Ojalá la persona a cargo del blog lo retomase a pesar de todo el tiempo que ha pasado desde la última subida y los que llegamos hasta aquí pudiésemos terminar de leer el relato.