jueves, 22 de noviembre de 2007

SUEÑO DE M. ROBSON.

Óscar Domínguez
Continuación. Los dos que se cruzan. I

Una lluvia torrencial, un velero atraviesa la lluvia como un pájaro.
Flecha y pájaro avanzan, un relámpago ilumina un paisaje cósmico.
Este paisajes está cortado por un rectángulo semejante a una pantalla de cine.
En claroscuro se desarrolla la escena siguiente:
El punto central de la Plaza de la Bastille. A la izquierda, perspectiva muy alargada de una pared blanca sobre la cual se ve un cartel donde está inscrita la palabra: ESCRIBIR:
A la derecha un inmenso obelisco en el que están suspendidos, unos sobre otros, anuncios de barbería, anuncios de tabaquería, de remendones, de zapateros, etc...
En primer plano, del lado izquierdo y del derecho, aparecen los dos que se cruzan, uno viniendo del Norte, el otro del Sur. Se cruzan y desaparecen por los ostados de la pantalla.
*
El ruido del cañón despierta a M. Robson, y, muy pensativo, medita sobre su sueño y sus relaciones con aquello que vio desde la ventana.
Llega a la conclusión de que este sueño formula una demanda. En consecuencia, va a colocar en el punto dentral de la Plaza de la Bastille un velador de prestidigitador, sobre el que deposita un anuncio de barbería.
A las cinco y un minuto los dos se cruzan si manifestar nada.
Al día siguiente sobre la mesa un anuncio de tabaquería.
A las cinco y un minuto los dos se cruzan si manifestar nada.
Después de toda suerte de anuncios ensaya otros objetos: revólvers, flechas, pájaros muertos, espirales, pequeñs guijarros, flores marchitas, damas de bastos, etc... hasta el día en que, acordándose bruscamente del cartel de su sueño, va a colocar sobre el velador dos soberbias estilográficas americanas, de las del tipo que suele escribir 2 años y 20 kilómetros sin que se haya de cambiar la tinta o renovarla.
El día más bello de la vida de M. Robson había llegado. A las cinco y un minuto, los dos que se cruzan se detienen en el punto central de la Plaza de la Bastille, se dirigen como flechas hacia el velador, toman cada uno una de las mencionadas plumas y vuelven a partir, uno hacia el Norte, el otro hacia el Sur.
Al día siguiente, a las cinco y un minuto muy exactamente, los dos que se cruzan dejan caer sobre el velador, en el punto central de la Plaza de la Bastille, dos pergaminos enrollados, lastrados con pequeños sellos de plomo, y M. Robson se precipita para saber su contenido.
*
A partir de ese día los dos que se cruzan lanzan diariamente sus mensajes.